Muchos de nosotros hemos crecido sin un ejemplo claro de adulto funcional, alguien que se hace cargo de su vida y cuida de su hijo/a de manera adecuada. Un adulto que, de manera asertiva y con seguridad en sí mismo, toma decisiones y se hace responsable de los resultados. Es fundamental crecer con este tipo de ejemplos, alguien que, cuando eres niño/a, te hace sentir seguro/a. Crecer con carencias afectivas y en familias disfuncionales puede dar lugar a numerosos problemas en la edad adulta: ddepresión, ansiedad, dependencia al alto funcionamiento (estar ocupado/a constantemente para no enfrentar emociones), falta de autoestima, y un sinfín más de problemas emocionales difíciles de afrontar.
Reconocer y tratar nuestras carencias emocionales es fundamental porque, aunque no lo sepas, de manera inconsciente afectan a tu toma de decisiones y, por lo tanto, a tu vida. Por eso es crucial indagar hondo y buscar un "porqué". Lleva tiempo, pero cuando lo encuentras, es liberador.
Uno de los ejercicios más completos es escribir sobre tus emociones. Al escribir, obligas a tus pensamientos a ir más lento, lo que te ayuda a focalizarte en tus emociones y no en pensamientos rápidos que van y vienen sin una dirección. Piensa, visualiza tu emoción y escribe sobre ella. Haz preguntas claves que te lleven a indagar hondo. No tengas miedo, estás a salvo. Esto es tuyo y solo para ti, nadie más tiene que saberlo. Ten paciencia y compasión contigo mismo/a. Celebra cada pequeño avance.
Aquí tienes algunos ejemplos de preguntas para reflexionar y ejercicios que te ayudaran en tu dia a dia:
1. ¿Cómo eran los ejemplos de adultos a seguir en tu infancia? ¿Qué comportamientos veías en tu familia y en la sociedad que adquiriste desde pequeño/a?
2. ¿Cómo te afecta a tu vida actual estas pautas heredadas?
3. ¿Qué te ayudaría a (que dependa de ti, no de otros) deshacerte de estas heridas generacionales que te afectan en la actualidad?
Estas son algunas preguntas que te pueden llevar a profundizar en esas emociones y comportamientos que afectan tu día a día. Empezar por estas preguntas puede llevarte a plantearte a ti mismo/a otras claves para indagar en profundidad. Déjame que comparta contigo mi ejemplo sobre una emoción que me venía molestando hoy y necesitaba encontrar su origen. Siempre hay un origen.
Mi problema es que me cuesta hablar de manera asertiva y con confianza en mí misma. Soy una mujer culta, sé cómo comunicarme y lo hago bien. Lo que opinen los demás sobre mí no me importa, digo lo que pienso con respeto. Sin embargo, siempre que hablo, lo hago con miedo. Digo lo que pienso sintiéndome pequeña, lo que le quita fuerza a mi exposición de ideas. ¿Por qué? ¿Cuál es la razón? He empezado a escribir y he hallado la respuesta (no ha sido facil, pero si liberador).
Como ya sabes, crecí en un barrio marginal del sur de España. Aquí, salir a la calle era exponerse a ser agredido físicamente, sin razón, por otra niña (de hecho, es algo que me ocurrió en algunas ocasiones). La mejor manera de mantenerme a salvo era mantener un perfil bajo. No sobresalir. Si alguien me hablaba, yo contestaba como "presa fácil", alguien a quien no te interesa atacar si quieres ser la líder de un grupo de "pandilleras". En mi casa, la situación no mejoraba; a mi padre había que obedecerle inmediatamente y sin opinar, o corrías el riesgo de terminar con el trasero marcado. Como puedes imaginar, esto me ha llevado a ser complaciente y a tener muchas dificultades para hablar de manera asertiva y decir "no". Gracias a este ejercicio, hoy he descubierto que tengo miedo al enfrentamiento. Saber esto es fundamental, porque ahora, cuando hablo con alguien, soy consciente de mi miedo irracional y esto me permite hablar de manera más directa y asertiva.
4. Busca apoyo profesional: Si te sientes abrumado/a por tus emociones y no encuentras alivio, considera buscar ayuda profesional. Un psicólogo o terapeuta puede proporcionarte herramientas y estrategias personalizadas para superar estos momentos difíciles. No hay vergüenza en pedir ayuda, es un acto de valentía y amor propio.
5. Practica la meditación o el mindfulness: Estas prácticas pueden ayudarte a centrarte y calmar tu mente. Incluso unos pocos minutos al día pueden hacer una gran diferencia en cómo te sientes y cómo manejas el estrés.
6. Conéctate con tus seres queridos: Hablar con amigos o familiares de confianza puede ofrecerte una perspectiva diferente y el apoyo emocional que necesitas. No te aísles; compartir tus sentimientos puede ser muy liberador.
Recuerda, que todos llevamos, en mayor o menor medida, heridas generacionales, lo importante es reconocer nuestras emociones, tratarnos con compasión y buscar las herramientas que nos ayuden a sentirnos mejor y a seguir adelante. Ahora, como adulto funcional, es tu responsabilidad ser el ejemplo a seguir.
¡Que tengas una maravillosa vida!💗
Este blog se fundamenta en mis experiencias personales y en cómo mi infancia ha influido en mi vida, así como en mi actual búsqueda de crecimiento personal. Aunque este contenido puede equipararse al de un profesional de la salud mental, es importante tener en cuenta que no soy uno. Si crees que estás enfrentando problemas mentales o emocionales, te recomiendo encarecidamente que busques ayuda profesional. Personalmente, cuento con una terapeuta excepcional que me brinda un gran apoyo en este proceso que comparto contigo.
Este blog es una exposición de mis percepciones y opiniones personales; por lo tanto, no tiene la intención de brindar ningún tipo de tratamiento o terapia.
No hay comentarios :
Publicar un comentario
Gracias por compartir tu opinión.