Tu dignidad es el reflejo de cómo te ves a ti mismo, de cómo te tratas y permites que los demás te traten. Es la base de tu autoestima, el cimiento sobre el cual construyes tu vida. La dignidad no es algo que alguien te pueda quitar ni algo que dependa de las circunstancias externas. Es tu derecho innato como ser humano, y cuando aprendes a honrarla, descubres una fuente inagotable de poder interno.
Es importante que comiences a escuchar las señales que te envía tu cuerpo. Aunque tu mente esté dispersa, tu cuerpo siempre está presente, viviendo en el "aquí y ahora". Si prestas atención, verás que tu cuerpo te habla constantemente sobre lo que está sucediendo a tu alrededor y dentro de ti. Aprender a escuchar esas señales es esencial para proteger tu dignidad.
A veces, tu cuerpo te dará señales claras de que algo no está bien, como un nudo en el estómago, tensión en los hombros o una sensación de incomodidad. Estas son alertas que te indican que tu dignidad está siendo puesta a prueba, que alguien o algo está afectando negativamente tu bienestar. Reconocer y honrar estas señales es el primer paso para vivir en alineación con tu valor.
Sin embargo, muchos de nosotros hemos aprendido a ignorar estas señales. Si eres de las personas que siempre buscan complacer a los demás, incluso a costa de ti mismo, te resultará familiar esta dinámica.
Quizás piensas que al decir "no" o al exponer tus límites, podrías dañar a la otra persona. O tal vez tienes miedo a la confrontación, o temes que los demás piensen que eres tonta, o lo peor, que tú misma sientas que lo eres. Así, dejas tu dignidad a un lado y tratas de complacer a los demás, sacrificándote en el proceso. Después de esas interacciones, te sientes vacío, agotado, con ese nudo en el estómago que te recuerda que te has negado a ti mismo. Intentas justificar tus reacciones, pero tu cuerpo te dice que algo no ha estado bien. Tu dignidad ha sido violada, y tú lo has permitido.
A medida que sanas y te vuelves más consciente de ti mismo, aprenderás a responder mejor a lo que te sucede. Sanar implica no solo cuidar tus emociones, sino también escuchar lo que tu cuerpo te dice. Cada reacción física, cada pequeño malestar, es una pista que te ayuda a entender cómo te sientes en relación con los demás y con el mundo. Respetar esas señales es una manera poderosa de defender tu dignidad.
Cuando eliges decir "no" a situaciones o personas que no respetan tu valor, y cuando te mantienes firme en tu verdad, a pesar de las presiones externas, estás siendo fiel a ti mismo. Esta es la máxima expresión de tu dignidad. Sin embargo, aquellos que hemos aprendido a complacer a todos a menudo no conocemos bien nuestros propios límites, valores o verdad. Es hora de que comiences a descubrir a tu verdadero yo, esa persona que vive dentro de ti y que tiene mucho que ofrecer, tanto al mundo como a ti mismo. Pero para ello, necesitas conocerte, independientemente de lo que quieran los demás.
Aquí te dejo un ejercicio muy valioso para comenzar ese autoconocimiento:
Escribe sobre los siguientes temas:
- ¿Cuáles son tus valores?Por ejemplo, uno de mis valores es hacer algo que pueda ayudar a los demás, y por eso escribo este blog.
- ¿Cuáles son tus límites?Por ejemplo, a mí no me gusta que me corrijan en público. Prefiero que, si me equivoco, me corrijan en privado.
- ¿Qué es lo que más te gusta de ti mismo?Todo cuenta, desde tener un cuerpo funcional hasta una mente capaz. Esto es algo que todos deberíamos valorar de nosotros mismos.
- ¿Qué aspectos de ti te gustaría mejorar?Sé constructivo y amable contigo mismo. Piensa en cosas que te ayuden en la vida, no en mejorar solo para agradar a otros. Por ejemplo, yo sigo trabajando en mejorar mi asertividad y mis técnicas de comunicación.
- ¿Qué aspectos de tu vida te gustan y cuáles te gustaría mejorar?Una vez más, sé constructivo. Te recomiendo que revises el capítulo anterior sobre la responsabilidad.
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