Hoy seguimos avanzando en nuestro primer paso en el Camino hacia la Felicidad.
Este es el segundo artículo de una serie de 5 publicaciones. Si todavía no leíste el primero, te recomiendo que lo leas aquí.
El pasado ya no existe
El pasado es solo un recuerdo, una construcción de nuestra mente cargada de emociones. Lo que realmente nos pesa no son los hechos en sí, sino la interpretación y los sentimientos que todavía llevamos dentro.
No podemos cambiar lo que sucedió, pero sí podemos cambiar nuestra manera de verlo. Esa nueva perspectiva no solo transforma nuestra relación con el pasado, también influye en nuestras decisiones y en cómo construimos el futuro.
Tal vez pienses:
"María, yo creo que el pasado está ahí para aprender."
Y tienes razón. Aprendemos del pasado únicamente cuando somos capaces de mirarlo con objetividad. Pero cuando lo que recordamos viene cargado de emociones muy intensas, esas emociones nos paralizan y distorsionan nuestra visión del mundo.
Quiero que reflexiones:
¿Ves el mundo como un lugar seguro y lleno de posibilidades, o como un lugar peligroso y triste?
La respuesta a esta pregunta tiene más impacto en tu vida de lo que imaginas (hablaremos de ello más adelante).
El perdón más difícil: perdonarte a ti mismo
La semana pasada practicamos el perdón hacia quienes nos hicieron daño. Hoy quiero que vayamos un paso más allá: aprender a perdonarnos a nosotros mismos.
Muchas veces somos más duros con nosotros que con los demás. Nos exigimos perfección, no nos permitimos equivocarnos y cargamos con culpas que nos impiden avanzar.
Pero déjame decirte algo: errar es humano. Y pedir perdón, ya sea a otro o a nosotros mismos, no es debilidad. Es inteligencia, honestidad y valentía.
Perdonarnos es liberarnos del miedo a fallar. Y cuando dejamos de temer equivocarnos, empezamos a caminar hacia nuestras metas con confianza y seguridad.
Ejercicio práctico de perdón 📝✨
Quiero guiarte en un ejercicio sencillo y poderoso:
-
Busca un lugar cómodo. Cierra los ojos, respira profundamente por la nariz y exhala por la boca. Hazlo varias veces hasta sentir calma.
-
Imagina un lugar hermoso. Puede ser real o inventado, lo importante es que te haga sentir paz. Observa los detalles, escucha los sonidos, respira su energía.
-
Trae a la persona a la que necesitas pedir perdón. Puede ser otra persona… o incluso tú mismo en el pasado.
-
Mírale a los ojos y di con sinceridad:
“Por favor, perdóname. Lo siento de verdad.”
Imagina cómo sus ojos reflejan comprensión y cómo su respuesta es clara:
“Te perdono. Eres libre. Te mereces ser feliz.” -
Despídete con gratitud. Visualiza cómo esa persona se aleja sonriendo y tú sientes que un peso enorme desaparece.
Abre los ojos. Respira de nuevo. Permítete sentir ligereza y libertad.
Nota importante 🧠
Perdonarte no significa castigarte ni quedarte atrapado en el drama. Significa hacerte responsable, aprender y soltar. Y recuerda: este ejercicio también lo puedes hacer contigo mismo, con esa versión del pasado que aún necesita tu compasión.
Cierre
Eres una persona única, irrepetible y exclusiva en el mundo. Nadie puede ocupar tu lugar. Por eso, hoy más que nunca quiero que lo recuerdes: Tú te mereces ser feliz.
Gracias por estar aquí, peregrino. Sigamos caminando juntos 💙